jueves, 22 de noviembre de 2018

Relatos desde Regina


La Paisana

Por Roxana Martínez Huerta


Nadie la llamaba por su nombre de pila, en el barrio se referían a ella como La Paisana. Era una mujer mayor, muy alta y delgada, con unos ojos azules profundos y pizpiretos. Pero lo que más me llamaba la atención era su cabellera larga y blanca. Sus canas brillaban igual que el pelo de las rubias muñecas de mi infancia. Vivía sola en un departamento del segundo piso de una privada en las calles de Regina, el cual siempre mantenía impecable y con un toque acogedor. Como era muy pequeño, contrastaba con la estatura de la inquilina. Era gracioso ver a una mujer de casi dos metros moverse ágilmente en tan poco espacio.
La Paisana era muy simpática y dicharachera. Siempre tenía una sonrisa o una palabra amable para todos. Nunca la vi enojada ni triste. Yo era apenas una adolescente que fácilmente se impresionaba con sus anécdotas, sobre todo las que contaba de los artistas con los que trabajaba. Pues si bien se mantenía de lavar y planchar ajeno, su verdadero trabajo consistía en ser  extra de cine. Por eso hablaba siempre de María Félix, de Cantinflas y de todos los famosos del cine mexicano de esa época.
-Claro, yo nomás salgo en la bola, pero me encanta el relajo; y además gano mi buen dinerito -contaba riendo-. Donde sobresalgo es en una escena de Juana Gallo. Allí salimos corriendo todas las soldaderas, pero una taruga me pisó un guarache y salí volando para caer de cara en el lodo, jajá -reía con ganas de sus pequeños accidentes estelares, como les llamaba.
Cuando llevaba la ropa limpia a nuestra casa no faltaba quien le picara un poco el pico y, sin hacerse del rogar, nos contaba historias de su tierra, de brujería o de amores que tuvo en su juventud; en especial siempre hablaba de un hijo al que nunca veía. Todas sus historias me parecían muy interesantes aunque en mi casa nadie le creía ni media palabra. Decían: “Esa paisana es más larga que la cuaresma, ¿quién le va a creer tanta babosada?”. Verdades o mentiras, era fascinante escucharla.
Por las tardes, cuando terminaba de planchar, se servía un caballito de charanda, y se sentaba en su mecedora a escuchar música. Entonces aparecía la nostalgia en su rostro cuando pensaba en su terruño. Una de esas tardes me hizo una confesión:
-Muchacha, te voy a confiar un secretillo. Como ves ya estoy muy vieja. Toda mi vida he trabajado y he ahorrado alguito, tampoco creas que mucho. Últimamente he pensado que la huesuda ya no tarda en llevarme, pero no quiero morir aquí. Quiero regresar a Colima con mis parientes. Con el hijo ya ni cuento, se casó y se olvidó que tenía madre. Pero lo más seguro, y si tengo todavía fuerzas, es que pronto me regrese a mi tierra. Pero en el caso de que me agarre la muerte durmiendo, no quiero que me echen a la fosa común. Te voy a enseñar el lugar en donde tengo mi guardadito, dispón de él. Ya que me hayan enterrado, si te sobra, pues ahí te lo gastas en lo que se te antoje –dijo la mujer levantándose para mostrarme su escondite.
Fuimos a la cocina y movimos la alacena. Quito un tabique de la pared y sacó un envoltorio, lo desató y me mostró una gran cantidad de billetes y algunos centenarios. Al ver la cantidad le sugerí que mejor lo metiera al Banco, o le hablara a su hijo, pues era mucho dinero.
-Ese cabezón lo que quisiera es quitarme el dinero que con tanto esfuerzo he logrado, ni cuando he estado enferma me ha echado un lazo. Capaz que se lo gasta en puras fregaderas. A mí el instinto nunca me ha fallado, y yo se que tú vas a cumplir al pie de la letra lo que te estoy pidiendo -dijo con firmeza.
Iba yo a replicar, pero no me dejó. Volvió a colocar el dinero a su lugar y acomodamos la alacena.
-Quiero que me entierren en el panteón donde están mis padres y que me mandes a hacer una tumba muy blanca y que tenga las torres igualitas a las de la Catedral de Guadalajara. Jajá, dirás que soy una vieja caprichosa, pero ese es mi deseo, así que te amuelas –concluyó.
Nunca volvimos a tocar el tema. Se acercaba el fin de curso, y me fui a despedir y a decirle que cuando regresáramos de las vacaciones en la playa, yo le llevaría la ropa sucia. Me deseo suerte, mirándome fijamente con sus profundos ojos azules, y me dio un beso en la frente.
Cuando regresé de las vacaciones la busqué. Después de un rato de tocar el zaguán, me abrió una señora, y al reconocerme se echó a llorar. Entre sollozos me informó que La Paisana había fallecido. Al preguntar qué había pasado, dijo que la culpa la tenía el hijo, que en mala hora había buscado a su madre.
 -Cuando se apareció todos pensamos que ya no estaría sola, pero el muy desgraciado nada más vino a robarla y a matarla del coraje –dijo la mujer llorando.
-No es posible. ¿Dónde está él? ¿Dónde la enterraron? –pregunté consternada.
-Ya se fue el maldito. Estuvo viviendo casi dos semanas con ella, sólo para saber dónde guardaba el dinero. Cuando lo encontró se lo robó. Ella lo quiso golpear, pero la aventó y se escapó con todo. Ninguno nos dimos cuenta, pobrecita. Se enfermó quien sabe si de coraje o tristeza por tener ese perro por hijo. Se murió a los dos días. Entre todos los vecinos nos cooperamos y la enterramos –dijo la mujer.

Relatos desde Regina


Noche de Halloween

Por Roxana Martínez Huerta


Al salir de clases Desiré y sus amigos fueron a comprar los disfraces para la noche de halloween que celebrarían en su casa. Luego, un grupo fue a comprar las bebidas y la comida y otro, los adornos. Lo más difícil para la muchacha fue obtener el permiso de sus padres para que les dejaran la casa sin presencia de adultos. Pues el festejo, según ella, no sería igual, ya que algunos jóvenes se incomodaban con la presencia de los papás.
-Ningún papi está invitado. Ma, por fa –suplicó Desiré a la madre.
-Tu padre y yo estaremos arriba. Te prometemos no bajar. Pondremos una película y no interferiremos en tu reunioncita. Pero, solos no. Comprende, puede pasar cualquier cosa –argumentó la madre.
-No. Cuando vean la camioneta estacionada afuera, sabrán que están aquí, cuidándome. Mis amigos van a pensar que soy una niñita sonsa, y ya no van a querer ir a ningún lado conmigo –rogó la joven.
-No. Y es mi última palabra. Están en una edad fantasiosa e irresponsable. Además, dos de las mamás de tus amigas me las encargaron –dijo tajante.
-¿Qué? Viejas desconfiadas. No vamos a hacer nada malo. Que triste que no confíen en nosotras. Mejor voy a hablar para cancelar, y que lo hagan en otra casa en donde tengan padres más alivianados y no tan gachos –dijo, haciendo pucheros como una bebé.
-Está bien. No canceles nada, ni hagas tanto argüende. Que sea aquí. Pero prométeme contestar mis mensajes y no hacerte tonta. Vamos a estar en casa de tu tía Lucía, pero cualquier cosa que pase, por tonta que te parezca, me llamas ¿O.K? – dijo la madre rendida ante tanta palabrería de la consentida hija.
-Si mamita, te lo prometo –dijo abrazando y besando a la madre.
Con la casa libre de adultos empezaron a llegar las amigas para adornar la casa y preparar los bocadillos. Luego fueron a la habitación para a maquillarse y disfrazarse. Los chicos empezaron a llegar más tarde, sorprendiéndolas con sus disfraces. Pusieron la música, apagaron las luces y encendieron las velas para alumbrar la sala. Desiré estaba sorprendida de tantos invitados. Tenía programadas unas treinta personas, pero el lugar estaba abarrotado desde la entrada hasta la cocina. Algunos chicos utilizaban los escalones para poner sus bebidas, pues ya no había lugar libre.
-O ya estoy borracha o veo doble. ¡Qué poder de convocatoria tienes amiguita! –exclamó una de las muchachas.
-No sólo son del salón, está aquí toda la escuela. Hay que decirles a Richi y David que vayan al súper por más chupe y chatarra porque no va a alcanzar. Chupan en serio –contestó Desiré sorprendida.
-Si. Pero mientras van, hay que organizar el concurso de disfraces Desi, yo me ofrezco – dijo otra de las chicas.
Desiré aceptó y se dirigió a la puerta, pues seguían llegando jóvenes. La fiesta continuó muy animada. Mientras todos gritaban y bailaban Desiré observó, en un rincón junto al baño, a un joven sentado en el suelo. Estaba disfrazado del Dr. Hannibal Lecter, el protagonista de la película Silencio de los Inocentes, con la careta en forma de bozal y una camisa de fuerza además de una capucha.
-¿Tú quien eres? –preguntó la muchacha.
-Hannibal –dijo el joven.
-Si ya se. Pero cómo se llama el de abajo del disfraz –insistió.
-Adivina, tienes fama entre tus cuates de ser muy lista.  –Contestó el muchacho con voz nasal.
-¿Eres de la escuela? Te me haces conocido.
-No se, dímelo tú. -Dijo el tipo.
Al reconocer la voz del joven, Desiré se estremeció. Se trataba del hijo del conserje de la prepa, quien siempre la espiaba de lejos con una mirada insistente que le daba miedo. Aunque era joven, no era alumno. Sus padres lo sobreprotegían porque había nacido con labio hendido y los alumnos de la escuela lo apodaban El Leporino. No tanto por su defecto, sino que por su condición siempre fue peleonero y vengativo, situación que sus padres no pudieron manejar y prefirieron aislarlo de la gente. No hablaba con nadie aunque lo saludaran. Sólo observaba a todos y se colocaba a hurtadillas para escuchar la plática de las chicas cuando entraban al baño. Lo malo para Desiré es que el joven desarrolló una especial fijación por ella, y siempre estaba tras algún arbusto sin quitarle la mirada de encima, lo que a la muchacha le daba terror. Se había enterado de la fiesta y, con el disfraz, pasó desapercibido para todos. Ahora estaba frente a la chica.
Desiré quiso alejarse para pedir ayuda, pero él la tomó con fuerza. Con una mano enguantada le tapó la boca y con la otra le puso un cuchillo en el cuello y la arrastró dentro del baño.
Con el ruido y la oscuridad nadie se dio cuenta de lo que ocurría. Pasado un rato, y luego de tocar repetidas veces y forcejear con la perilla, decidieron echar la puerta abajo. Encontraron a la muchacha tirada en el suelo, en medio de un charco de sangre. Estaba viva, pero tenía muchos cortes en la cara. El labio superior estaba dividido de un tajo y le faltaba una oreja, que al parecer el sujeto se había llevado. Uno de los muchachos señaló el espejo. Con la misma sangre de la joven estaba escrito: Ahora que nos parecemos, ya no hay motivo para soportar tu desprecio.


martes, 13 de febrero de 2018

Relatos desde Regina



El Baño de las niñas

Por Roxana Martínez Huerta


Estando en cuarto año de primaria nos tocó al grupo estar en el segundo piso del plantel. La escuela Joaquín García Icazbalceta se ubicaba en el segundo Callejón de Mesones, en el centro de la Ciudad de México. Como éramos los únicos alumnos en ese piso, no compartíamos los sanitarios con los demás alumnos. Así que una vez que fui al baño me sorprendió ver a una niña desconocida. Estaba llorando apoyada en el lavabo, se secaba las lágrimas con el delantal del uniforme. Al salir de mi urgencia, me lavé las manos y  le pregunté por qué lloraba. Estaba agachada. No contestó. Tenía el pelo revuelto y terroso, el uniforme arrugado, sucio. Las manos le temblaban enrojecidas. Insistí preguntándole de qué grupo era. Le advertí que su baño estaba abajo, que los de arriba eran sólo para nosotros. Por respuesta recibí más silencio, y al levantar la cara me lanzó una mirada llena de odio, me dio más miedo que coraje la reacción de la intrusa; así que me fui corriendo al salón. El maestro Juan que estaba parado cerca de la puerta dijo -No corras Huerta, parece que viste un fantasma- Claro las carcajadas del grupo entero no se hicieron esperar. Del tono amarillo del susto pasé al rojo de la vergüenza. Me fui a sentar muy callada. 

A la hora del recreo se me acercó Laura, una compañera del salón. -¿Qué te pasó que venías verde del baño? ¿Viste a la chava que espanta? -Preguntó. 

¿Cuál chava? -Ccontesté sin muchas ganas de platicar.

Pues el fantasma que se aparece en el baño de las niñas. -dijo Laura con mucha seriedad- siguió, -Es muy famosa, raro que tú no conozcas la historia, has hecho varios años aquí ¿no?

-Tres, pero nunca había oído y mucho menos había visto lo que hoy vi. ¿Qué le pasó, por qué se aparece? ¿Tú sabes algo? pregunté. 

Laura conocía muchas cosas de la escuela ya que vivía enfrente. Me jaló hacia las escaleras, nos sentamos comiendo nuestras tortas con refresco, y rodeadas de varios curiosos que también querían saber la historia, me contó lo que se sabía de la muchacha que andaba penando en la escuela. 

Años atrás, jugando a la hora de la salida sus amigas habían encerrado en el baño a Graciela, así se llamaba la jovencita. No se sabe bien porqué no la sacaron. Si se les olvidó o lo hicieron a propósito. Esto sucedió un viernes, así que quedó encerrada muchas horas, y en el frío de un mes de invierno. Ningún adulto se dio cuenta, ni maestros, ni vecinos. El conserje dice que no oyó nada, la encontró hasta el lunes que abrió el baño para lavarlo. Estaba muerta, completamente helada y amoratados los labios. Al parecer murió de frío. Sus padres preguntaron por ella a la salida, pero sus compañeros de grupo les dijeron que Graciela ya se había ido, así que no insistieron, buscándola todo el fin de semana en todo el rumbo, menos en la escuela; donde sufrió y agonizó todo ese tiempo. Imaginándonos sus últimos momentos llenos de miedo y desesperación nos quedamos en silencio hasta que sonó la campana.

Regresando a la realidad subimos al salón, al entrar el maestro dijo riendo: -Cuando tengan ganas de ir al baño, vayan a los de abajo, por si las dudas, ¿verdad Huerta? Sólo que esta vez nadie se río.

Lo que al maestro Juan le provocaba tanta risa, a mi no, ya que la mirada de odio de aquella joven estuvo en mis pesadillas por algún tiempo.

Tomado del Horror de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina



Paloma

Por Roxana Martínez Huerta

 

Mauricio era un joven educado y trabajador, que se desempeñaba en un despacho contable. Criado entre puras mujeres, su madre viuda, sus cinco tías y tres hermanas mayores lo enseñaron  a ser respetuoso con todos, pero en especial con las mujeres. Al cumplir veintisiete conoció a Paloma, muchacha humilde como él, que trabajaba en una fábrica; de ella dependía económicamente su hermanita de ocho años. Tuvieron un noviazgo de dos o tres años, y cuando él consiguió un buen aumento de sueldo, le propuso matrimonio a Paloma, a lo que ella cuestionó a Mauricio si también se haría responsable de su hermana. El muchacho contestó que eso no sería ningún impedimento y, la convenció de que los tres se llevarían bien. Dicho eso, prepararon la boda y fueron a realizarse los exámenes médicos prenupciales. Mauricio se ofreció a recoger los resultados y al leer los de Paloma le pareció raro que fueran más extensos y con términos médicos que él no entendía, así que pidió pasar con el doctor; éste después de dedicarles varios minutos, puso una cara seria y dijo:

-No está confirmado nada, pero hay algo en la sangre que a la larga podría derivar en una afección cardíaca. Habría que hacer un estudio más a fondo para descartarla o tomar medidas precautorias.

-Doctor, ella no sabe interpretar el resultado, ¿si yo no le digo nada y no tiene excesos físicos o de alimentación que la perjudique cree que podría estar bien? Lo que pasa es que no quiero preocuparla, no quiero que se entere- rogó el joven.

-Si claro, si lleva una vida tranquila, hace ejercicio y no come mucha grasa, pues como todo el mundo estará bien, ya si presenta algún síntoma, pues usted ya está advertido y tendrán que examinarla. No se preocupe es sólo una duda, cuídela bien y que tengan un buen matrimonio- dijo el doctor extendiéndole la mano a modo de despedida.

La boda se realizó, al poco tiempo de casados la vida de la pequeña familia mejoró económicamente muchísimo, a tal grado que Mauricio le rogó a la muchacha que renunciara a su trabajo y se dedicara al cuidado de la hermanita y del hogar, pues se habían comprado una casa nueva y grande en donde había cada vez más trabajo qué hacer. Paloma contrató una muchacha para la limpieza, mientras que ella se fue haciendo cada vez más holgazana y caprichosa. No quería tener hijos propios con el pretexto de la educación de la hermana, y Mauricio por miedo a que algo le pasara, no insistió más resignándose a los que su cuñadita tendría algún día. Al joven le daba pavor que su mujer se enfermara; cuando se agripaba o no se sentía bien, se angustiaba pensando que se enfermaría de algo terrible y moriría dejándolo solo. Paloma se volvió casi una tirana con su esposo, todo mundo se daba cuenta que lo hacía parecer un títere con sólo chasquearle los dedos, menos él, claro.

Una tarde, que Paloma tenía amigas invitadas en la sala, el esposo llegó sin ser escuchado; los gritos y la música se oían hasta la calle. Mauricio a hurtadillas se puso a espiarlas para saber de qué tanto hablaban y reían, arrebatándose la palabra. En ese preciso instante la música hizo una pausa, y se escuchó la voz de una de ellas.

-¿Quién como tu amiguita qué haces y deshaces a tu gusto en tu casa? No como yo, que mi marido es tan celoso y fastidioso que no permite que invite a nadie. No cabe duda que eres una suertuda- dijo la amiga riendo.

-¿Cuál suerte? Mañas que tiene una- dijo Paloma con aire de superioridad. 

-Cuenta, cuenta manita para ver si le quitamos lo machistas a nuestros maridos y sean aunque sea un poquito como el tuyo- dijo otra de las amigas.

-Escuchen y aprendan, tontitas. Conociendo a Mauricio, que siempre fue delicado para tratar a las mujeres, y además metiche como él sólo, que eso si me desespera un poco, cuando nos íbamos a casar, nos mandaron a hacer los exámenes prenupciales, y como yo sabía que los iba a ver sin mi consentimiento o sin él, un día después de que los hicieron y antes de que él fuera a recogerlos, me conchabé al doctor y a la enfermera del laboratorio médico, claro con unos regalillos y una lanita, para que le agregara alguna cosilla que fuera sospechosa y, cuando Mauricio, el metiche, indagara, le hicieran una historia de novela, claro sin exagerar mucho, pero diciéndole que no podía tener sobresaltos, ni corajes, de lo contrario me iba a dar un ataque cardíaco o algo parecido. Lo planee como una broma, después de la boda le diría la verdad y los dos reiríamos, pero fue pasando el tiempo, y como él se desvivía después de enterarse de mi supuesto mal, seguí mintiendo, y hasta el día de hoy, el baboso vive pendiente de que no me pase nada, ¿no es un poco estúpido mi flamante esposo?- dijo partiéndose de la risa la ingrata esposa entre las carcajadas de las amigas.

Mauricio quien había escuchado todo, subió como autómata las escaleras, hizo sus maletas, y en el mismo silencio que entró esa tarde, salió de la vida de Paloma para siempre, igual que siempre, sin ningún reproche, sólo que esta vez con el corazón hecho trizas. 

Tomado de la Sección Mujer de la Gaceta de Chicoloapan

jueves, 14 de diciembre de 2017

La Columna Incómoda



2018. La disputa por la nación

Si Peña nos llevó al despeñadero ¿adónde nos llevará Meade…?
(pregunta compartida en las redes sociales)

¿Cuántas veces los mexicanos hemos escuchado que ahora sí vamos a progresar y a vivir mejor? ¿Cuántas veces se ha repetido hasta el cansancio que unidos y juntos seremos una potencia de primer mundo? Y que para logarlo debemos de mantener el rumbo; porque si votamos por Andrés Manuel estaremos como en Venezuela. Seríamos un país donde habría cada vez más pobres, con carencia de hospitales y medicamentos; un país donde los precios del gas, la gasolina y la luz se incrementarán constantemente, el país se sumiría en la recesión y habría violencia y muertes todos los días, habría casos de enorme corrupción y, lo que es peor, no serían castigados los corruptos sino que ocuparían cargos de gobernadores, diputados, senadores y hasta presidentes de la república. Entonces, para evitar todo eso, vociferan, debemos votar siempre por el PRI.

Hoy nuevamente somos testigos del patético espectáculo de los medios masivos de comunicación, sumados a la cargada del destape del candidato del PRI. Ganas no les faltaron de interrumpir la programación y transmitir en cadena nacional la liturgia de un partido al que el 85% de los mexicanos ya no quiere en el poder. Somos testigos de actitudes de vasallaje de comunicadores que se dicen modernos y de avanzada, que se afanan en buscar virtudes y bondades del nuevo candidato: si ya desayunó y con quién; o quién lo acompaña en su auto; si tiene una formación académica exquisita, forjada en las mejores universidades privadas y extranjeras. No como los millones de mexicanos que tienen que acudir a escuelas públicas y que, a grandes penas han concluido, en promedio, el grado de secundaria. Y esto nos lo repiten sin ninguna impudicia. 

Los comunicadores se esmeran en ser los primeros en tenerlo como invitado para hacerle preguntas a modo, donde resaltan su experiencia y el gran logro de haber vivido siempre del presupuesto público, y acomodarse en los gobiernos sin importar el color. Lo mismo ha estado al lado de Salinas de Gortari, que de Zedillo, Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña. Su especialidad: las áreas de energía, financieras y hacendarias, donde se ha delineado, impuesto y aplicado la ruta económica a nuestro país. Siempre cuidando las finanzas de quienes son dueños del dinero, es decir de los grupos financieros, quienes lograron imponer a un candidato, que “les pondrá la mesa”; que les  garantice la ruta de privatizaciones y negocios del México del primer mundo, del México de las finanzas. ¿Los 60 millones de mexicanos pobres? Esos no importan. Ni siquiera existen en el esquema financiero. Ah, perdón, si existen, pero sólo en época electoral, para que reciban su despensa y voten por el PRI.

Consejeros

Como se sabe, en 2015 Morena llevó a cabo 300 congresos correspondientes a cada uno de los distritos electorales federales. Pero la asamblea del distrito 39 del Edomex (La Paz y Chicoloapan), fue impugnada, por irregularidades evidentes cometidas en contra de militantes morenistas. El asunto llegó hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quien resolvió que se repusiera la asamblea. En agosto pasado hubo un nuevo intento, pero el salón contratado fue notablemente insuficiente, por lo que se canceló. Fue este 14 de noviembre cuando se realizó y se eligieron a 10 consejeros (5 mujeres y 5 hombres). La Paz obtuvo 4 consejeros. Los otros 6 para Chicoloapan se votaron así: Una dupla compartida entre el equipo de Pedro de la Rosa y el Grupo Tenoch; otra para Adrián Galicia, César Hernández y Rafael Gómez; y otra dupla para el equipo de don Samuel Ríos.

Nancy Gómez ¿La respuesta?

Probablemente cuando usted lea esto se haya realizado una encuesta entre los ciudadanos, para determinar a quién será la coordinadora de organización de morena en Chicoloapan. Como sabe, y si no le recuerdo, que en el partido de Andrés Manuel, para cumplir con la paridad de género, es decir igual número de aspirantes mujeres y hombres, en el Estado de México se sortearon los 125 municipios. La tómbola eligió el género femenino para Chicoloapan.

Es sabido que en los hechos los grupos, equipos, o como se les llame son encabezados, casi todos, por varones. Por ello el resultado agarró en curva a los morenos. No obstante, como siempre dicen, para justificarse, que detrás de cada gandalla hay una mujer sumisa o que al lado de un hombre hay una mujer, se inscribieron las féminas con deseos de competir. De allí viene la terna que será evaluada por la opinión ciudadana. Fue interesante la resolución pues dejó de lado a quiénes ya se sentían bendecidos por el dedo del tlatoani. Emparejó el piso. Porque si bien, por un lado, la mayoría afirma que deben dejar pasar a otros personajes, pues la gente ya está cansada de los mismos, de aquéllos que siempre han vivido del presupuesto, por otro lado, cuestionan a esas compañeras, argumentado que son “desconocidas”, porque no son las mismas de siempre y porque al no haber vivido del presupuesto, carecen de experiencia. 

Retomo lo comentado por una amiga del partido amarillo que me decía, luego de la pasada elección del 4 de julio, que si le había ido tan bien a Morena con una mujer “sin experiencia”, poco conocida y diferente a los mismos de siempre, entonces, en Morena deberían de ser congruentes e impulsar en Chicoloapan a una mujer con un perfil más ciudadano, o que la gente la viera más cercana a ellos. Resultó así y esas son algunas de las características de las tres compañeras aspirantes de morena. En lo personal considero que quien más posibilidades tiene de posicionarse en el imaginario ciudadano es Nancy Gómez Vargas. Es cierto que carece de algunos elementos propios de los políticos de siempre. Aunque, me pregunto ¿han servido de algo al pueblo esas “virtudes” de los políticos?

Juan Bautista Mendoza

Tomado de La Columna Incómoda de La Gaceta de Chicoloapan